INTRODUCCIÓN
Una ley muy mal entendida es Levítico
19:35-37 respecto a la honradez en las medidas:
No hagáis injusticia en juicio,
en medida de tierra, en peso ni en otra medida.
Balanzas justas, pesas justas y
medidas justas tendréis. Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de
Egipto. Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos
por obra. Yo Jehová.
La palabra juicio aquí se refiere
a lo que sigue; medida era una
medida de longitud o superficie, i.e., metro, codo, pies y medidas similares; peso tenía referencia al talento,
siclo y otros pesos de moneda; otra
medida se refiere a medidas de capacidad, el homer, efa, hin, etc.; balanzas incluye las pesas, efa e hin de
nuevo las medidas ya mencionadas.
QUE LAS PESAS QUERÍAN DECIR DINERO SE HA SABIDO DESDE HACE MUCHO.
La Fairbairn’s Bible Encyclopedia [Enciclopedia Fairbairn de la
Biblia], como otras, habla del
siclo bajo la clasificación de «pesos». La Biblia habla del dinero como un peso. Por ejemplo, se nos dice que «Y
dio David a Ornán por aquel lugar el peso de seiscientos siclos de oro» (1ª Cr
21: 25). Las opiniones difieren en cuanto a la naturaleza exacta del talento,
mina, ciclo, beca, zuza (Reba), y gera, pero la tabla de pesos de Bonar es tal
vez tan buena como cualquiera2. El siclo era probablemente una onza de peso
avoirdupois.
Se ha hecho referencia a Bonar
deliberadamente, porque él también es autor de un comentario sobre Levítico. Al
comentar sobre Levítico 19: 35-37 dedica tres páginas a lo que es básicamente
una homilía evangelizadora. En dos oraciones se refiere al punto específico del
texto para decir:
En los mercados, en el comercio,
en los almacenes, al medir la tierra con la medida y el codo, o pesando
artículos en la balanza, o probando la capacidad de sólidos. Las balanzas y sus
pesos, el efa, y su subdivisión
el hin, deben ser estrictamente
exactos.
Es posible hablar de la irrelevancia estudiada de mucho de
la predicación y comentarios sobre las Escrituras. Una ley de importancia
central en la moralidad monetaria y económica de una nación se trata de manera
casual o brilla por su ausencia. El materialismo bíblico de los judíos les
evitaba que sean tan irrelevantes.
El Talmud, así, notaba:
Raba dijo: ¿Por qué la ley divina
menciona el éxodo de Egipto en conexión con interés, incentivos y peso? El Santo,
sea Bendito, declaró: «Soy yo quien hizo la distinción en Egipto entre el
primogénito y el que no era primogénito; incluso así, soy yo el que cobraré
venganza del que adscribe su dinero a un gentil y le presta a un israelita
cobrando interés, o que altera las pesas en sal, o que (adjunta a su vestido
hilos teñidos) con azul vegetal y mantiene que es azul (real)»4.
El punto aquí es que el
primogénito o elegido de Dios son los que acatan su ley. Los que externamente
disfrutaron de los privilegios del pacto y una cultura del pacto pero que
niegan sus leyes están sujetos a la venganza especial del Dios del pacto.
C. D. Ginsburg también se refirió
a este aspecto de la ley y citó su ejercicio obligatorio durante el tiempo del
segundo templo:
Se verá que el Legislador usa
aquí exactamente la misma frase respecto a medir la medida justa que usó en
conexión a la administración de justicia en el versículo 15. Por consiguiente,
el que declara que una medida falsa es una medida legal es, de acuerdo a esta
ley, por igual un juez corrupto, y defrauda al pueblo con juicio falso, como el
que en una corte de justicia voluntariamente dicta una sentencia errada.
Debido al hecho de que los
hombres que de otra manera desdeñarían la idea de imposición a menudo descartan
sus escrúpulos en cuestiones de pesos y medidas, la Biblia con frecuencia
califica estos tratos como perversos, como una abominación al Señor, en tanto
que designa la medida correcta como viniendo de Dios mismo (Dt 25: 13, 15; Ez
45: 10, 12; Os 12: 8; Am 8: 5; Mic 6. 10, 11; Pr 11. 1, 16. 11, 20. 10, 23).
Según las autoridades durante el
segundo templo, el que da peso o medida falsos, como el juez corrupto, es
culpable de las siguientes cinco cosas. Él
(1) contamina la tierra;
(2)
profana el nombre de Dios;
(3)
hace que la shequiná se vaya;
(4) hace que Israel perezca por la espada, y
(5)
vaya en cautiverio.
De aquí que se declara que «el
pecado de pesas y medidas ilegales es mayor que el del incesto, y equivale al
pecado de negar al Dios que redimió a Israel sacándolo de Egipto». Nombraron
supervisores públicos para inspeccionar los pesos y medidas por todo el país;
prohibieron que se hagan pesos de hierro, plomo, u otro metal que es posible
que se vuelva más ligero por el gasto o el óxido, y les ordenaron que se hagan
de roca pulida, o vidrio, etc., e impusieron el castigo más severo por fraude.
ESTA LEY TIENE, POR CONSIGUIENTE,
VARIAS IMPLICACIONES MUY IMPORTANTES.
Primero, el viejo principio latino y
moderno de laissez-faire, caveat
emptor, que el comprador se percate, no es
bíblico. El comercio que no es honrado es asunto tan serio como jueces
y cortes faltos de honradez. En este punto, los de ideología liberal modernos
han estado más cerca al requisito bíblico que lo que lo han estado los de ideología
conservadora.
La supuestamente ley
evolucionista de la selva no es moralidad bíblica. Por otro lado, el
principio de ideología liberal de «que el comprador se percate»,
tampoco es bíblico. La ley no puede estimular la irresponsabilidad ni de parte
del vendedor ni del comprador. El laissez-faire toleraba la irresponsabilidad del
vendedor; la ideología liberal y el socialismo estimulan la irresponsabilidad
de
parte del comprador. Bienes honrados son necesarios, pero también
pagos honrados.
El estado, como ministro de
justicia, en efecto tiene el deber de mantener justicia en el mercado, pero no
puede confundir la justicia con la benevolencia. Es cierto que el estado como
policía puede ser corrupto; es más, si la sociedad como un todo es corrupta, el
estado también será corrupto. En una sociedad saludable y santa, el estado
funcionará con éxito para restringir a la minoría de malhechores.
La clave a la situación no es el
estado sino la salud religiosa de la sociedad. La ley específicamente establece
que los pesos y medidas falsos son «injusticia en el juicio», o injusticias en
cuestiones que exigen justicia. Puesto que la justicia es el ministerio del
estado, al estado le corresponde atender estos asuntos.
Segundo, las medidas que se utilizan para
medir longitud o superficie, en medidas, metros, pies, pulgadas, codos, y
medidas similares, incluyen hectáreas, como ya se ha notado. La justicia
requiere que se mantengan estándares estrictos en estos asuntos, y se castiga a
los que defraudan mediante medidas falsas. Los fraudes en estos asuntos
incluyen fraudes en transacciones de tierra, en bienes y materiales, y en una
variedad de maneras básicas para el comercio.
Tercero, el fraude en pesos es
esencialmente dinero fraudulento. Muy obviamente, el dinero bíblico era por
peso, un peso de plata u oro, y toda forma de monedas en tiempos posteriores
era por peso. Anteriormente, el dinero no eran monedas acuñadas, sino que era
un pedazo de plata u oro de un peso específico. Las monedas de oro de los
Estados Unidos de América siguieron el patrón bíblico estableciéndose con
referencia al peso, la onza, .900 de pureza, o fracción de una onza.
La reserva bancaria fraccional,
papel moneda respaldado parcialmente o sin respaldo, y la inflación de dinero
por la deuda y crédito, y es, así, una violación de esta ley. Isaías, al
mencionar las acusaciones en la lista de acusaciones de Dios contra Jerusalén,
declaró que «Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con
agua» (Is 1: 22). La referencia es a pesos falsos, plata reemplazada por
metales inferiores, o en fuerte aleación con ellos, y a medidas falsas, un
litro de vino convertido un galón mezclándolo con agua.
ASÍ, LA LEY CLARAMENTE REQUIERE LA
CONDENACIÓN DE TODO DINERO FRAUDULENTO.
La ley del testigo presencial
culpable así claramente condena a todos los ministros, sacerdotes y maestros
que no declaran la sentencia de la ley contra el dinero fraudulento. Su silencio
quiere decir una culpa comparable a la de jueces corruptos o falsificados, en que
falsificaban la palabra de Dios por su silencio o interpretaciones falsas.
Con igual certeza como una medida
falsa o un envase de medida falsa defrauda al hombre, con igual certeza el
dinero falso defrauda al hombre. Incluso peor, el dinero falso introduce un peso
falso en toda transacción monetaria en una sociedad, de modo que prevalece la
corrupción radical y la injusticia.
Si en toda transacción comercial
en una sociedad prevalece un fraude básico en forma de dinero falso o falsificado,
entonces la sociedad entera está contaminada, se roba a los hombres honrados y
prevalecen los ladrones. Esto es precisamente lo que perpetra el dinero fraudulento
y la inflación, el triunfo de los ladrones sobre los hombres santos.
El silencio frente a tal
corrupción radical es una ignorancia inexcusable y un mal. Ginsburg (supra)
citó los textos que condenan los pesos falsos. Se declaran que son una «abominación»
al Señor, como lo atestigua la declaración de Salomón:
PESA FALSA Y MEDIDA FALSA,
Ambas cosas son abominación a
Jehová (Pr 20: 10)
Abominación son a Jehová las
pesas falsas,
Y la balanza falsa no es buena
(Pr 20: 23).
En Ezequiel 45: 9-12 Dios
especificó la proporción exacta del siclo a sus pesos menores y mayores así
como también en los tratos con balanzas y medidas de capacidad.
La falta de justicia aquí Dios
por medio de Ezequiel calificó, «la violencia y la rapiña» así como también «
imposiciones».
Cuarto, las otras medidas aquí en esta
ley se refieren a medidas de capacidad, y la ley exigía honradez estricta aquí
como en todo lo demás. Esta ley cubre por igual las medidas de líquidos y
áridos. Hemos notado que Isaías condenó el vino diluido; un galón de vino
diluido pudiera proveer un galón preciso, pero ser con todo fraudulento porque
se había mezclado con agua su contenido.
La fruta mojada poco antes de
venderla da un peso deshonesto y un sabor menor. A las vacas que se les da sal
a comer a fin de hacerlas que tomen agua en abundancia y aumente su peso
representa fraude, así como también las vacas que se llevan en camiones a los
sitios de venta lo cual las deshidrata y reduce su peso. El fraude así se
extiende más allá de las balanzas o del recipiente de medir.
Quinto, Balanzas justas se refiere a lo
que hoy llamaríamos pesas. Las balanzas honradas son básicas para el comercio
justo, y la regulación de balanzas es de este modo básico al ministro de
justicia. A los pobres en particular que se los oprime por balanzas falsas (Am
8: 4-8). Ellos son menos aptos para protegerse y sufren la mayoría de las
consecuencias.
Sexto, las consecuencias de las
violaciones de esta ley son evidentes en la misma tierra, que vomitará a sus
habitantes. Así como el Nilo inundaba a Egipto, así el juicio debe inundar al
pueblo (Am 8: 8). La ley es enfática en la relación de esta ley a la vida:
No tendrás en tu bolsa pesa
grande y pesa chica, ni tendrás en tu casa efa grande y efa pequeño. Pesa
exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que tus días sean
prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da (Dt 25: 13-15).
Lutero notó bien esta
declaración, al observar que Se debe preservar un peso justo y una medida justa
en la comunidad de modo de no engañar ni al pobre ni al prójimo. Esto tiene
también una validez general para todos los intercambios de todos los contratos,
que el vendedor dé artículos justos equiparables al dinero del comprador. Aquí
la codicia conoce injusticias y trucos increíbles al cambiar, abaratar, imitar
y adulterar la mercancía; por consiguiente no es pequeña parte de preocupación
del gobierno tener un ojo aquí para el bien común.
Lutero a todas luces tiene razón.
El mandamiento: «No hurtarás», claramente prohíbe «cambiar, abaratar, imitar y
adulterar la mercadería», y tal fraude o robo «no es pequeña parte de
preocupación del gobierno». Pero a menudo se descuida también el quinto
mandamiento. A la inversa, se niega a la vida a los que violan esta ley; una
tierra dada a ladrones enfrenta castigo y muerte. En otras palabras, Dios
acorta la vida de la nación que condona el engaño y el fraude, con dinero, balanzas
y otras medidas fraudulentas.
Calvino dijo, de Levítico 19: 35:
Ahora, si se corrompen las leyes
de compra y venta, la sociedad humana de cierta manera se disuelve; así que el
que engaña con pesas y medidas falsas, difiere poco del que pone en circulación
una moneda falsa; y consecuentemente al que, sea como vendedor o comprador, ha
falsificado las medidas estándares de vino, de maíz, o cualquier otra cosa, se
lo considera como criminal7.
Los reformadores, como los padres
de la iglesia inicial, no guardaron silencio respecto a esta ley.
Al evaluar esta ley, es
importante ponerla en el contexto de la tradición legal de la era moderna, a
fin de entender el conflicto básico de principios.
LA TRADICIÓN LEGAL SE PUEDE DIVIDIR EN
TRES POSICIONES BÁSICAS.
Primero, un principio de la ideología liberal
más vieja y de la ideología conservadora más reciente une los conceptos de
laissez-faire y del interés propio.
Se requiere que el estado no
interfiera en asuntos económicos, y se aduce que el interés propio de todos los
individuos resulta en el bien público. Caveat
emptor reina, y no se hace ningún esfuerzo por imponer esta ley
levítica. Esta posición claramente plantea la regla del individuo así como también su culminación en el
orden social. El interés propio del individuo lleva al mayor bien del mayor
número de personas.
Segundo, la nueva ideología liberal así
como también el socialismo afirma la regla
del estado. El interés propio del estado conduce al mayor bien, porque
el estado tiene como propósito
el bienestar de todas las personas. La legislación, por consiguiente, es necesaria para imponer pesos y medidas
honrados.
En lo primero, no hay protección
para los hombres y las sociedades del pecado y rapiña de los hombres; en el
segundo orden social, no hay defensa para los hombres contra el poder y
depravación del estado.
Tercero, la ley bíblica declara la regla
de Dios y su ley. El propio interés de Dios es el solo verdadero cimiento de
ley y orden. Dios siendo todo santo, justo y recto, en efecto decreta y gobierna
de la manera más sabia todas las cosas. Solo conforme los hombres son redimidos
y se someten, por gracia o por fuerza al orden-ley de Dios, puede haber
justicia.
Si no se respeta la ley de Dios,
entonces ni el propio interés de los hombres ni el propio interés del estado
pueden preservar el orden social. «Si Jehová no edificare la casa, En vano
trabajan los que la edifican» (Sal 127: 1).