11. EL FRAUDE

INTRODUCCIÓN

Según Levítico 19:13: «No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana». Ginsburg anotó:
Aquí se prohíben la opresión por fraude y opresión por violencia. Es probablemente en alusión a este pasaje que Juan el Bautista advirtió a los soldados que vinieron a verle: «Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario» (Lc 3:14).
De la declaración en la cláusula que sigue, que prohíbe la retención del salario por la noche, es evidente que aquí se habla del trabajador a destajo, y que depende de su salario para sostenerse a sí mismo y a su familia. La ley le protege al establecer que la ganancia del contratado se debe pagar prontamente.
Este cuidado benigno del trabajador, y la denuncia contra todo intento de defraudarlo, se repite vez tras vez en las Escrituras (Dt 24: 14, 15; Jer 22: 13; Mal 3: 5; Stg 5: 4). De aquí la interpretación humana que se obtuvo de esta ley durante el segundo templo: «El que trata con rigor a un obrero contratado peca tan gravemente como si le hubiera quitado vida, y es transgresión de cinco preceptos».
Según Clarkson, la ley requiere «integridad en las transacciones diarias» y honradez:
«No hurtaréis, y no engañaréis» (v. 11). «No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás» (v. 13; ver vv. 35, 36). Nada podría ser más explícito que esto, nada más amplio en sugerencia. Ningún miembro de la comunidad hebrea podía:
(1) apropiarse deliberadamente de lo que sabía que no era suyo,
(2) robarle a su prójimo al comerciar, ni
(3) defraudarlo o tratarlo injustamente en cualquier transacción o en cualquier relación, sin quebrantar conscientemente la ley y caer bajo el desagrado de Jehová.
Las palabras de la ley son claras y fuertes, y van derecho al entendimiento y a la conciencia.
Todo hombre entre ellos debe haber sabido, como cada uno entre nosotros sabe bien, que la falta de honradez es pecado a los ojos de Dios.
Calvino dijo que la fuerza de esta ley es prohibir «toda opresión injusta», toda apropiación de los bienes de otro. Frederic Gardiner dijo que Levítico 19:13 «tiene que ver con abusos de poder, con “la conversión del poder en derecho”.
Los particulares que se mencionan son la opresión (comp. 25: 17-43), el robo y la retención indebida de salario. De esto último se habla con mayor extensión (Dt 24: 14, 15. Stg 5: 4)»4.
Gardiner nos lleva al meollo de esta ley. Tenemos aquí una variación de la ley contra el robo que se dirige en particular contra los abusos de poder, contra la opresión. El salario se debe pagar prontamente, al tiempo especificado o contratado. En la antigüedad el pago era por día. Esto quiere decir que el pago debía hacerse al final del día laboral, no a la mañana siguiente. El no pagar al momento requerido era delito: era robo.
Este punto es importante. Muchos de los objetivos que buscan los modernos que siguen la ideología liberal son parte de la ley mosaica, pero con una diferencia significativa. La ley bíblica requería el tratamiento justo del obrero; prohibía fraude en alimentos, medidas, dinero y medicinas.
Requería la conservación del suelo, y mucho más, pero no por agencias administrativas. La ley criminal prohibía el asesinato y el robo, todas las medicinas y alimentos dañinos se prohibían como destructores de la vida; los alimentos y bienes fraudulentos eran robo, etc.
En la sociedad moderna, esas ofensas con demasiada frecuencia son jurisdicción de agencias administrativas arbitrarias, así como también los problemas laborales, con el resultado de que la ley criminal se subvierte y el mismo propósito de esa ley, la prevención de la opresión, se anula.
Todavía más, debido a que la ley de estatuto civil ha reemplazado a la ley bíblica, a los hombres se les puede hacer daño y acortar sus vidas mediante drogas y rociamientos peligrosos, y ningún crimen existe a menos que algún estatuto cubra el caso específico. La combinación de ley estatutaria y ley administrativa ha producido opresión, en tanto que la ley común de las Escrituras da al hombre un principio de justicia y una base para un entendimiento público de la ley.
Es posible defraudar a nuestro prójimo de muchas maneras. Se puede enajenar su propiedad por expropiación, lesión, legislación restrictiva y una infinidad de otros medios. La propiedad de un hombre, todavía más, incluye más que su tierra, casa, posesiones materiales y dinero. Un hombre tiene propiedad también de sus ideas e invenciones.
Las patentes, pues, tienen un largo historial en la cultura occidental como resultado de la ley contra el robo. El hecho de que las leyes de patentes a veces han sido muy pobres durante esa larga historia no anula su necesidad.
Las leyes de patentes por las cuales los hombres pueden desarrollar una invención y prevenir el robo de su ingenio han contribuido al progreso de la civilización occidental. El Acta de Patentes de Plantas de 1930 produjo gran progreso en el cultivo de plantas y a los agricultores, porque protegía su inversión de tiempo y dinero. La presente erosión de las leyes de patentes por interpretaciones judiciales y administrativas es una amenaza seria al progreso futuro.
Las leyes de derechos de propiedad intelectual tienen una historia complicada, lo que no es nuestra preocupación aquí, pero ellas también descansan en la premisa de que un hombre tiene derecho de propiedad sobre las obras que ha escrito.
La versión PDT traduce la primera cláusula de esta ley: «No exploten a sus semejantes», y la traducción de la Tora dice: «No coaccionarás a tu prójimo».
La referencia es a todo tipo de opresión, legal o ilegal, por la que se priva a otro hombre de su propiedad y posesiones. La extorsión legal e ilegal tiende a ir mano a mano. Cuando los hombres se entregan a la iniquidad, su sociedad también será inicua, como lo serán sus leyes y cortes. En la extorsión o fraude legal, los hombres usan la agencia del estado o sus cortes para realizar sus robos. Las leyes que discriminan contra los pobres porque son pobres, o contra los ricos porque son ricos, son leyes de extorsión. Las leyes que tratan de igualar los ingresos de los hombres son leyes de extorsión.
La intención básica de esta ley, puesto que trata de «abusos de poder», es legislar contra las varias formas de robo legalizado que tan a menudo acompaña el control del estado por una clase u otra. Las referencias a esta ley en las Escrituras son muchas. Para citar unas pocas, Proverbios 22: 22, 23 declara:
No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en la puerta al afligido; porque Jehová juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren.
De nuevo, en Proverbios 28:24 se hace referencia a la opresión de los padres por hijos que tergiversan la ley o tribunales que buscan ventaja propia: «El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad, compañero es del hombre destruidor».
La culpa se agrava con la legitimidad técnica que permite que el ladrón diga: «No es transgresión». El castigo de Dios para los extorsionadores santurrones es la muerte: «Ésta es la parte de los que nos aplastan, y la suerte de los que nos saquean» (Is 17: 14).
Los extorsionadores y opresores producen un orden social que a la larga destruirá también al que «injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y en su postrimería será insensato» (Jer. 17: 11).

ESTOS ÚLTIMOS ENUNCIADOS NOS DAN UNA IDEA DE LAS DIMENSIONES DE LA LEY BÍBLICA.

La ley civil moderna prevé solo la imposición civil. La ley bíblica requiere la imposición civil y declara la certeza del supremo castigo divino en la historia por no imponer sus leyes. La ley bíblica criminal es, pues, esencialmente una ley religiosa y tiene en mente dos tipos de tribunales: los ordenados por Dios para el orden social, y la Corte Suprema del Dios Todopoderoso.
El comentario de Ehrlich va al punto:
Es difícil comparar los pecados bíblicos con los delitos estatutarios puesto que los primeros se basan todos en valores morales y espirituales en tanto que en los últimos solo es el delito lo que encaja en la estructura del estatuto que se trata de imponer.
Precisamente, la ley bíblica es la palabra de Dios. Por consiguiente, representa un orden supremo que está escrito en la textura de toda la creación y en el corazón del hombre. De aquí que un sistema de jurado es válido en términos de ley bíblica, puesto que la decisión está en términos de una ley fundamental que todos los hombres saben, sea que lo reconozcan o no.
Los estatutos civiles representan solo la voluntad del estado, no un orden moral objetivo y absoluto. La ley estatutaria produce la iniquidad, porque la sociedad entonces ya no está gobernada por un estándar absoluto de justicia sino más bien por la voluntad decretada del estado.

Como el dinero fiduciario, la ley fiduciaria carece de sustancia, y rápidamente se destruye a sí misma y a todos los que se apoyan en ella. Es una forma de fraude, y una forma grave.